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Aromaterapia

Desde la más remota antigüedad, la humanidad ha usado las plantas en su beneficio. Tanto como alimento, aprovechando sus frutos, semillas, flores, hojas, tallos y raíces como para elaborar remedios de diferentes formas. Uno de los usos consiste en usar las esencias que se extraen de ellas, casi siempre en forma de aceites. Con estos aceites se han elaborado ungüentos, cremas y linimentos de todo tipo. Una de las formas en que más comúnmente se han usado es como aromáticos para mejorar y sanear el ambiente. Con el tiempo, valiosísimos hombres y mujeres, notaron que inhalar dichos aromas o usar  esos aceites en el cuerpo producía efectos terapéuticos de diversa índole. Así fueron registrando que ciertas plantas relajan y combaten la tensión excesiva, el nerviosismo y la ansiedad. Otras corrigen desarreglos funcionales de diferentes tipos. Otras mejoran la digestión o provocan hambre en las personas inapetentes, y así un número importante de posibilidades terapéuticas. De esa forma por milenios se han usado los aromas de las plantas y surgió la terapia de los aromas o Aromaterapia.

 Posiblemente la forma más común de uso de los aromas es la de vaporizarlos para ser inhalados. Esto se hace calentando los aceites esenciales en diferentes tipos de dispositivos. Lo que se busca es que con alguna fuente moderada de calor, el aceite se caliente y emita sus vapores.

La inhalación de estos vapores logra que los principios activos de las esencias penetren en el organismo y produzcan sus efectos. Otra forma es por aplicación de los aceites diluidos en algún medio directamente sobre la piel, ya sea en forma de masaje o agregando la esencia en el agua para tomar un baño.

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